• lunes, 23 de junio de 2025
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Opinión

A las puertas del verano otra vez, qué rápido pasa el tiempo, ¿no les parece? A pesar de restricciones y pandemias, y cuarenta sabatinas después, cerramos la temporada de nuevo. Hay que ver cómo es la vida, que parece que no pasa, pero no deja de correr.
¿Saben cómo comen las moscas? Es de lo más curioso. Si pasan y leen se lo cuento, no se me ocurre mejor lectura para acompañar al desayuno…

Llegamos tarde otra vez, llegamos cuando ya se ha producido lo terrible y sólo queda el dolor y la rabia. ¿Cuánto de lejos nos queda la próxima tragedia? ¿De verdad no podemos hacer nada más?

Ojalá poder volver a la inocencia de la niñez como humanos. Ojalá volver a ese punto del que habla Garcia Márquez en Cien años de soledad donde todo aún estaba por hacer y poder hacerlo de otra forma. 
El gerundio expresa que la  acción se está desarrollando, o que es consecuencia  directa de la acción anterior. Esto no pretende ser una clase  de lengua, pero estarán conmigo que vivimos en gerundio, que aquello de quien calla otorga, lo hemos  convertido en callando y otorgando, que no es lo mismo.

Ya saben, llamamos así a las consecuencias en cadena que provoca una acción inicial, depende de qué ficha seamos y donde nos toque, lo llamaremos azar porque no lo esperamos, pero ¿y si somos la primera ficha, la que lo desencadena?

Esto pedía Franco Battiato en una de sus canciones más conocidas, “un centro de gravedad permanente que no varíe lo que ahora pienso de las cosas, de la gente”. Supongo que él sabía que esto es imposible, aunque tenga sentido. Lo vamos a echar de menos, como a toda la gente que se va y hacía la vida más bonita.
La presbicia es la dificultad para enfocar objetos cercanos, que suele parecer a partir de los cuarenta o cuarenta y cinco años, si llevan ustedes gafas de cerca para leer esto, saben perfectamente a lo que me refiero. Que sepan que tiende a empeorar…

Tranquilos, no voy a hablar de Ayuso. Es la Blancanieves de Disney, la original… aquí venimos a hablar de temas serios.

Suelo perder más tiempo en pensar cómo escribir, el tono, que el mensaje en sí mismo que suelo tenerlo claro. Quizás sería más fácil simplificar y arengar a gritos, decir solo lo que algunos quieren oír, pero eso sería como vivir siempre en campaña electoral, ¿no creen?
Anda Urkullu desbordado, como el vertedero del que no es capaz de sacar a un pobre muerto que lleva allí metido un año y medio. Desbordado y desquiciado. 
Si Salinger se pregunta en “El guardián entre el centeno” dónde van los patos de Central Park cuando el lago se helaba en invierno, a mí me pasa lo mismo viendo salir y entrar aviones en el aeropuerto de Irroña

Con motivo de los fondos europeos que van a llegar a España, el autor reflexiona sobre el nuevo perfil laboral y de talento que debe generar el país para aprovechar mejor toda esta gran inversión.

Mi editor siempre me dice que los títulos de impacto generan más lecturas, vamos a ver sí es verdad, a  ver si con esta entrada pasan y leen.

Normalizamos con mucha facilidad, con más facilidad lo malo que lo bueno, incluso. Hemos normalizado situaciones que ni en películas de terror hubiéramos creído hace tres años. Por normalizar hemos normalizado incluso la palabra normalizar como justificador de todo.

Arrasate mandó jugar a sus hombres, y éstos demostraron que saben hacerlo. Demostraron que a veces la mejor defensa es crear peligro arriba. Así sorprendieron a Unai Emery, que pensaba hacerse con los tres puntos sin perder la gomina.

¿Han visto la serie?, es curiosa porque es la continuación de Karate Kid treinta y cuatro años después. Mismos protagonistas, mismo escenario, pero con media vida entre ambas. Últimamente la inspiración es mejor buscarla en la ficción que en el más que previsible día a día.
¿Siguen ustedes con ganas de discutir, elucubrar o argumentar? Me reconozco ya vacío de ilusión, sentimental e intelectual como para continuar masticando las mismas noticias , manteniendo conversaciones gemelas a las de hace ya…!un año largo!... y/o escuchando, a otros o a mi mismo, las mismas diatribas, dimes y diretes.
Me dijiste que te cuesta encontrar la ilusión, y fue como si me explotase la cabeza. No puede ser que alguien como tú, que tantas veces la ha provocado, tenga ahora que estar buscándola, a veces esperamos la ilusión en reactivo, cuando es lo más proactivo del mundo.
Salgo a correr por zonas extrañas, precisamente para cruzarme con el menor número de personas posibles. Desde siempre, no es solo imputable a estos tiempos de enfermedad. Cuanto más alejado de la gente más a gusto me encuentro.
Hay semanas en las que cuesta decidirse sobre el tema para para hablar con ustedes. Algunas por falta de inspiración y otras, como ésta, porque hay demasiado donde elegir. Sin embargo, la sensación es que estamos hablando siempre de lo mismo, ¿no creen?
Llegan fechas importantes para los cristianos, estamos en plena Cuaresma y se acerca poco a poco la Semana Santa, tiempo de reflexión, recogimiento, dolor y esperanza. 
Por simple que parezca preguntarlo, siempre hay una oportunidad de mejora en preocuparse por los demás, en convertir la cortesía en interés y dar espacio a hablar de algo más que de lo estrictamente profesional o conveniente.
¿Por qué se siguen celebrando homenajes a terroristas cuando salen de las cárceles?, Por qué se siguen celebrando festejos como el “tiro al fatxa” y similares de enaltecimiento del terrorismo en cientos de pueblos del País Vasco y Navarra bajo la premisa de garantizar la libertad de expresión?
Esa necesidad de seguir grandes líderes puede que sea culpa del exceso de coaches que hay hoy en día, y de esa necesidad de separar en bloques nuestra vida, aislando unos ámbitos de otros, cuando la verdad es que a menos que tengan ustedes el don de la ubicuidad, la vida la vivimos en primera persona, y una única vez.
Últimamente anda la izquierda queriendo instaurar el pecado laico en la sociedad, para controlarla. No les basta con que la gente cumpla o no las normas sino que quiere que las normas estén revestidas de un halo moral, que vaya el castigo más allá de la multa cuando las incumples.
Sí, así estaba escrito, en ese navarrismo puro sin tilde en una pared frente a la salida de una discoteca de Pamplona. “Reite, cojones” era la pintada completa, seguro que alguien más de mi quinta se acuerda, quizás sea el momento de volver a pintarla.