- martes, 16 de septiembre de 2025
- Actualizado 16:19
Era un partido de cero-cero tras los fallos ante Joel, pero tras los cambios de Arrasate la pérdida de presencia arriba y de posesión de balón condenaron a la derrota
A Osasuna le tocó luchar contra los nazaríes de Diego Martínez, contra los árbitros de Rubiales, y contra sí mismo, sus angustias, urgencias y nervios. Tres meses después, por primera vez, pudo con todo.
Siempre habrá alguien peor, pero eso no nos hace mejores. Vivir en comparativa hace que siempre podamos justificar nuestra situación alegando que podría ser peor, aquello del mal de muchos, ya saben. El maldito mal menor como excusa.
Arrasate volvió a posicionarse lejos de la victoria, quedó pronto sin plan B y se hundió más en el descenso.
El balón fue del Madrid, lógico, y el poco peligro lo puso Osasuna, prodigioso en defensa. El empate, justo, sabe mejor a los rojillos que a los blancos.
Otro punto bueno hacia la recuperación. Tercer empate consecutivo a base de trabajo y buena labor defensiva de todo el grupo ante una Real superior
Enorme mérito de los rojillos, en inferioridad numérica casi todo el partido. Se rehacen, marcan, y solo ceden el empate en un injusto penalti que no fue ni falta.
Me hace gracia esa fe en que los años tienen capacidad para decidir, que el que viene será mejor, y que le fiemos nuestras esperanzas a una unidad de tiempo que nosotros mismos nos inventamos. ¿No les parece bonita esa inocencia? Yo prefiero pedirles cosas a ustedes.
Pese a dejarse dos puntos en Elche, el equipo de Arrasate resultó reconocible y transmitió mejores sensaciones.
Un punto de 21 posibles. Otra inapelable derrota en El Sadar, más colistas. El comisario político puede explicarlo en otra superproducción de su macro equipo, “Un ‘centenario’ triunfal”, de nuevo con el ‘factotum’ de protagonista estelar.
¿Han oído hablar de ella? Se llama así a la generación que han sido padres más tarde que la anterior y se ve en la necesidad de cuidar de sus hijos todavía pequeños y de sus padres ya mayores. Como nombre es un churro, pero como concepto es claro.
El equipo de Arrasate ha mutado su estilo de juego, de jugar la pelota ha pasado a sortearla al patadón. Así le va. En Pucela pudo ganar, pero perdió.
No importa tanto el hecho de que Osasuna no llegara a entre los tres palos de Joel durante todo el partido tanto como la sensación de agotamiento que mostró el equipo, caído ya a los puestos de descenso.
El Barça se reencontró con el fútbol ante un endeble cuadro rojillo, que con cinco defensas regaló a los azulgranas todas las facilidades para su lucimiento.
En manos de un chalado que razona así está la portavocía de Psoe en el parlamento de Navarra.
Osasuna jugó para empatar, y gozó incluso de más ocasiones para ganar que el Sevilla. Sin embargo, cayó víctima del fútbol tecnológico que en otras ocasiones le ha beneficiado.
Fermín J. Alonso es concejal delegado de Proyectos Estratégicos, Movilidad y Sostenibilidad del Ayuntamiento de Pamplona.
Lo mejor es que Osasuna compitió con personalidad frente a un equipo, el Atlético, de potencial muy superior. Los rojillos tuvieron sus opciones, pero los colchoneros poseen más argumentos para imponerse.
Lo mejor es que Osasuna compitió con personalidad frente a un equipo, el Atlético, de potencial muy superior. Los rojillos tuvieron sus opciones, pero los colchoneros poseen más argumentos para imponerse.
Osasuna solo tiró una vez a puerta, en el penalti del gol de la victoria. El resto del partido se dedicó a defender, afortunadamente ante un equipo, el Bilbao, que no supo atacar. Así salvó el Club la fecha que ha elegido para celebrar su centenario.
“Deja que todo te suceda: la belleza y el terror. Solo sigue adelante. Ningún sentimiento es definitivo”, es lo que dice Rainer Maria Rilke en su Libro de las horas. Quizás los sentimientos no, pero su huella sí que lo es
Empate prácticamente a todo entre dos equipos que podrían jugar entre sí con los ojos cerrados de tanto que se conocen, que chocaron y alternaron momentos de dominio sin marcar diferencias notables, estaban condenados al empate sin goles.
No sé si empezar la Sabatina citando a Calamaro, a Kamala Harris o a mi padre, fíjense en qué punto estoy, lo que tengo claro en esta semana de vaivenes es que hay que apostar por valores perennes, y la honestidad es uno de ellos.
Como cada mañana, Sísifo se levantó aún de noche, en su taza del capitán Haddock se puso un café y se sentó en su escritorio a empujar la roca, que es mi izquierdita, de nuevo ladera arriba.