El nacionalismo vasco no es que sea xenófobo, que también, es que su piedra angular, su cimiento más profundo, su razón de ser, su origen es el racismo más recalcitrante que podamos encontrar.
A mí los lunes me gustan, lo que no me gusta es madrugar. Empezar un lunes a las doce de la mañana, once o diez... incluso nueve no es tan desagradable.
Conseguir que toda una sociedad se ponga la mascarilla por la calle de forma inútil, sin que nadie proteste, sin que haya un motín y lo saque a gorrazos de la Moncloa es de ser un genio.
Incluso si el aroma del personaje no te interesa, no puedes dejar de saborear el sonido en el que orbita, la atmósfera del bar en el que nos lo relatan.
Saldremos a gritar como el niño que un día fuimos, que siempre añoramos volver a ser, para calentarnos un poco el alma húmeda de estos tiempos tan chuscos. Y eso es todo.
Estas cosas sabemos cómo empiezan, unos señalan, muchos, todos... sube la espuma, continúan las amenazas, muchas, todas... y a ver si alguno se anima a traspasar la línea del acoso por algo mucho más grave.
Para los vascos fetén el trabajo, la pasta, los sueldos... y la papilla ideológica fanática para Navarra. Que se jodan, se escucha ya en los despachos de las sedes vascas de esos partidos.
¿Hace cuánto que la izquierda ya solo se dedica a las sandeces?, me dije antes de seguir leyendo, asqueado de tanta soplapollez, nunca mejor traído el término.
Hoy todo está donde ya no está. Hoy hace como mínimo 20 años de todo lo que ya no está. Hace 20 años que tengo 20 años que cantaba Serrat. ¿Cuándo dejamos de hacer cosas por primera vez? Hace (más) 20 años que somos nostalgia.
Propongo la creación de una coordinadora aberchándal contra el meteorito, por fachita cabrón, y hacer manifas en las rotondas cada jueves, gritando meteorito no kalerá o algo así.
Esta hornada de políticos que ha parido el PSOE nafarroano del siglo XXI: Txibite, Coronalzórriz, Santos Ídem... ya no son mi malos, (...) estos solo son cutres.
La PSOE solo se habló de la PSOE, con mucho aparato, mucha tele, mucha electricidad y mucho consumo, que si algo hace un socialista de forma magistral es consumir de forma desaforada.
Mientras esperamos nos revienta el día a día con el recibo de la electricidad y los combustibles más caros de la historia, que esos no esperan, que esos nos los hace comer este PSOE cada mes, religiosamente.
Los que somos viejos pero no tanto, hemos visto crecer esos árboles nuevos, que sustituyeron a otros viejos, olmos que fueron talados, en el paseo de Sarasate.
Un volcán sin muchas pretensiones, pequeñito, apañado, sin más, suelta a la atmósfera al día tres veces más dióxido de azufre que todos los coches europeos al año.
Lo que pasa en la Chantrea lo decido también yo, que soy de Iturrama o mi primo que vive en San Juan, no como quiere el partido de ETA, que se piensa que aquello es una república bananera independiente.
Inauguramos nueva reforma educativa socialista, que en el fondo es la de siempre, bajar el nivel para que todos se acaben pareciendo a los políticos que nos gobiernan.
El problema con el flamenco es lo de siempre, que es español. En su cabeza así resuena, como los platillos que toca el monico en el cráneo vacío de Homero Simpson.
Los mensajes que van saliendo de ese gobierno es, bueno, vamos a ir empujando a la gente hacia la salida, que resultan muy caros y tenemos muchos chiringuitos que alimentar.
Ya hemos alcanzado un punto de no retorno y hay que dejar de actuar como si el elefante etarrilla no estuviera en la habitación y se pudiera convivir con él y sus monumentales montañas de mierda.
Para qué anhelar ser un C. Tangana luciendo yate con pibas si puedes ser un Rolling Stones luciendo nietas con carrera y transgredir las prohibiciones, aunque solo sean las médicas.
Mañana se muere julio y aquí no ha pasado nada en este mes y medio. Aún, aún no ha pasado nada, te dices, como queriendo mantener una expectativa que sabes que quedará defraudada.
De estas historias que podríamos sacarle chicha en Navarra tenemos algunas de una potencia descomunal pero lamentablemente nadie les hace ni puñetero caso.
Ione, amante y amanta de enseñarnos su vida laboral, nos deleita con dos fotos consecutivas en Instagram de lo mucho que se esfuerza en cambiar las cosas, de mejorarnos la existencia.
Decía Fel, un tuitero hedonista y misterioso al que le gusta el ciclismo antiguo y los toreros como los de antes, que a la vida hemos venido a veranear.
La bici como vehículo es un capricho egoísta que no aporta nada al desplazamiento de personas con respecto al coche, al trasporte público o al simple caminar.
El aberchándal todo lo que huela a historia lo utiliza a favor de obra, es decir, su paranoia sentimental fruto de ese siglo XIX que generó tantos de los monstruos que aún padecemos.
Ojalá poder volver a la inocencia de la niñez como humanos. Ojalá volver a ese punto del que habla Garcia Márquez en Cien años de soledad donde todo aún estaba por hacer y poder hacerlo de otra forma.
Basta con poner la lavadora de madrugada o ponerse a planchar antes de que salga el sol para ahorrarse unos céntimos, que si no ahorráis es porque no queréis, joder.
Ver a Sánchez en un zulo impresiona, para qué vamos a negarlo, sobre todo porque no sabes qué pinta ahí con todo lo que lleva de inmoralidad en su mochila política.
En realidad, a lo único que Asiron, sin tilde, le tiene miedo es a la libertad de la gente de elegir y que se vea, putas matemáticas fachas, que el personal elige mayoritariamente el idioma romance navarro evolucionado.
Sánchez no está en el poder para hacer avanzar una sociedad, transformarla según sus ideas acertadas o disparatadas y a desgastarse en esa empresa, a Sánchez esa vertiente del poder le da igual.
Mientras nuestros militares se desvivían porque no muriera nadie, Sánchez difundía unas imágenes de él en su helicóptero, impoluto, con su camisa brillante.
Cómprenselo, léanlo, en esta obra hay un escritor que se despoja de la máscara y mira de frente y desnudo y eso, créanme amados lectores, no es nada habitual.
Anda Urkullu desbordado, como el vertedero del que no es capaz de sacar a un pobre muerto que lleva allí metido un año y medio. Desbordado y desquiciado.
Si Salinger se pregunta en “El guardián entre el centeno” dónde van los patos de Central Park cuando el lago se helaba en invierno, a mí me pasa lo mismo viendo salir y entrar aviones en el aeropuerto de Irroña