Hay populismos con distintas etiquetas, pero tienen un mínimo común denominador: un caudillo que exige poderes sin control, una relación mística con la gente, el pueblo, las bases o los militantes, para devolverles el poder, que él regentará sin controles, y el monopolio de la verdad.
Estamos ante una nueva aparición de Pedro Sánchez, ahora en una localidad sevillana cuyos militantes socialistas dicen que son esencialmente hostiles al liderazgo de Susana Díaz, que andará a esas mismas horas de 'gira preelectoral interna' (uufff*) por la provincia de Cádiz. Pocos kilómetros de distancia física y muchos de diferencia no ideológica, sino estratégica.
"Se puede morir de éxito". Aquella ironía de Felipe González está resultando profética. En España, en términos históricos, lleva camino de cumplirse en relación con el PSOE y fuera, también con la mayoría de los partidos socialdemócratas que durante tantos años han gobernado en los principales países de la Unión Europea.
El anuncio de la vuelta de Pedro Sánchez a la carretera está generando mucha preocupación entre los responsables de la Gestora presidida por Javier Fernández que, como es sabido, lleva meses intentando reducir la crispación interna desatada tras la traumática defenestración del secretario general.
El Gobierno tiene muchos problemas sobre la mesa, algunos de ellos estructurales, como el paro, que tardarán años en arreglarse, y otros simplemente urgentes, como el ajuste presupuestario que exige Bruselas, ineludible debido a los compromisos de un país como España, parcialmente rescatado.
Curiosa la contención de las fuerzas políticas españolas en sus reacciones tras la muerte de Fidel Castro: parecía que alguna izquierda se sentía más obligada a lanzar alguna velada crítica a la figura ("con claros y oscuros" Iglesias dixit) del líder cubano que la derecha, que extremó su respeto por el fallecido.
¿Es viable el actual Estado español? ¿Existe una oligarquía de partidos en connivencia con las oligarquías financiera y económica? ¿Es realmente independiente el poder judicial? ¿Funcionan los reguladores de la competencia? ¿Representan los diputados a los ciudadanos o más bien a los partidos que los ponen en una lista? ¿Tiene sentido que una cuarta parte de la economía española sea sumergida...?
Como le ocurrirá al 90% de los españoles, me sigo preguntando cómo es posible que el PSOE haya acumulado ese caudal de errores y torpezas, algunas descomunales, que le han conducido a la situación que refleja el barómetro del CIS, con ese descenso a los infiernos del partido de no sé quién, pues vaya usted a saber con qué nombres podemos identificar ahora mismo al histórico partido fundado por Pablo Iglesias, el otro, hace ya camino del siglo y medio.
Vistos los resultados del barómetro del CIS es difícil sustraerse a la melancolía. El mismo sondeo que nos dice que la corrupción ocupa el segundo lugar en el escalafón de las preocupaciones de los ciudadanos refleja el crecimiento del Partido Popular (34,5% de los votos) respecto de los resultados obtenidos en las elecciones de junio.
La diputada del PSC Mecá Perea tiene previsto preguntar al próximo titular del ministerio de Trabajo, que bien puede seguir siendo Fátima Bañez, por una decisión anunciada por la mismísima Bañez de permitir que aquellos mayores de 65 años que se hayan jubilado puedan cobrar la pensión y al mismo tiempo seguir haciendo algún tipo de trabajo.