"Quieren un país solo para ellos -una ikurriña les parece poco y ya la llevan a pares, luego les parecerá poco compromiso con la patria y la tendrán que llevar de cuatro en cuatro, de ocho en ocho, de dieciséis en dieciséis, no vaya a llamarles alguien tibio y les grite vete-".
"Ahí estaba el etarra, no le faltaba nada de la la parafernalia fascista; ni la despersonalización del individuo a favor de la masa; ni la uniformidad del ejército de paraguas y capuchas negras".
La izquierda llega al poder para dar pienso público a los suyos, regar de subvenciones sus chiringuitos mientras nos dicen que hay que salvar las focas del ártico y crear un mundo más justo, que es justo lo que no hacen.
Txibite, como buena acomplejada que es, ha decido que su reinado se asiente en los típicos principios de los dictadores: el pueblo no me quiere, pues me va a temer.
"La juventud está en otros sitios, a otras cosas a mil años luz de distancia de construir un estado para pagaros a vosotros las euskopensiones de veteranos de la kale borroka".
El camarero, posando las dos cañas en la mesa nos regaló una lección. Siempre se puede volver a empezar, como el personaje de Ferrandis en la peli que le dio el Oscar a Garci... aunque no tengamos ya ni remedio ni tiempo".